Acuario: interpretación del trabajo de Hércules

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Hércules desvía el curso del río Alfeo. Francisco de Zurbarán (1598–1664). Museo del Prado (Madrid)

En Acuario, el hombre es consciente de la belleza de la vida
y del interés grupales y de su responsabilidad individual hacia el grupo,
empezando a vivir su vida y dedicándose a prestar servicio a la humanidad.
Psicología Esotérica (III). Alice Bailey

El mito

En el undécimo trabajo se le encomendó a Hércules la tarea de eliminar el hedor de los establos del Rey Augías. Su estiércol no se había limpiado en los últimos 30 años y por su pestilencia, no era posible entrar a limpiarlos. Muchos lo habían intentado y fracasaron. La contaminación era tal, que causaba numerosas muertes y estragos en la población del reino.

Hércules le propuso al Rey limpiarlos sin recompensa alguna. Al monarca, este carácter resolutivo de Hércules le suscitó muchas suspicacias y sospechando que sus intenciones eran las de usurparle su poder, le conminó a que o bien lo conseguía en un sólo día o bien sería ejecutado.

Hércules emprendió la tarea ascendiendo a la cumbre de una montaña cercana desde la que avistó que dos ríos (el Alfeo y el Peneo) discurrían próximos a los establos. Vislumbró que si desviaba el curso de ambos ríos a través de los establos, sus aguas limpiarían todo el estiércol acumulado en años atrás.

Para facilitar el paso de la corriente Hércules destruyó el muro que rodeaba los establos e hizo dos grandes agujeros en sus lados opuestos. Posteriormente desvió el curso de los dos ríos haciéndolos pasar a través de los agujeros. No trató de limpiarlos como habían hecho otros, sino que destruyó sus barreras y usando los ríos, los establos se depuraron sin esfuerzo por su parte.

El rey rehusó a reconocer el mérito de Hércules considerando que, más allá de la resolución del problema, se había tratado de un ardid del héroe para lograr la proeza.

Pero a Hércules no le inoportunó este no-reconocimiento porque realmente él nunca esperó recompensa alguna.

Finalizado el trabajo, el Maestro se le acercó a Hércules y le dijo:

Te has vuelto un servidor del mundo
Tú has progresado retrocediendo;
has llegado a la Casa de la Luz por otro sendero;
has empleado tu luz para que pueda brillar la luz de los demás.

 

Las aguas

De forma análoga a los establos, cada ser humano acumula un sinfín de despojos similares a lo largo de su dilatada evolución.

Son los deshechos generados por el cúmulo de actitudes instintivas, deseos y pensamientos egocentrados que a lo largo de encarnaciones han ido conformando egregores propios y colectivos. Egregores que continúan magnetizando la dirección de la conducta de todos los seres en evolución y dilatando el advenimiento de nuevos albores de la humanidad.

No es posible limpiar toda esta escoria desde la misma dimensión  -en el mismo establo-  donde se genera la inmundicia, es decir, desde la personalidad.

Hay que romper los muros del establo para permitir, como Hércules, la limpieza y la purificación de todos esos egregores acumulados.

Derribar los muros para que penetre el agua de los ríos es una analogía de cómo hacer permeable nuestra personalidad al agua de vida y amor de nuestra Alma, agua de vida y amor que todo lo purifica.

Desviar el curso del agua implica transformar las emociones y sentimientos de nuestro yo inferior en Amor universal, es decir, cambiar el curso de la energía creadora hacia lo espiritual.

Esta reconducción se logra mediante la atención plena en el instante presente de nuestra vida cotidiana. Así desviamos el curso instintivo de las aguas, transformándolas en agua de vida y amor que purifica nuestro karma y nos implica en el verdadero y único servicio: el impersonal y sin apego al fruto de la acción.

Los dos ríos que encauza Hércules simbolizan los canales sutiles Ida y Pingala equilibrados y confluyendo en Sushumna. Cuando el discípulo actúa desde la impersonalidad y guiado por el Alma puede reconducir la fuerza de su fuego sagrado para purificar el efecto de su escoria en la acción del día a día, en la acción del momento a momento.

 

Las barreras

Hay que resaltar que lo primero que hizo Hércules fue contemplar el reto desde una cumbre, es decir que inició el trabajo elevando su conciencia a un plano superior.

Su primera acción fue la de derribar las barreras de los establos para facilitar la corriente de agua purificadora. Por ello, como aspirantes o discípulos espirituales, nuestra tarea en esta incipiente era de Acuario es la de pensar, sentir y actuar de forma inclusiva, no exclusiva, derribando las barreras con las cuales mantenemos nuestro yo inferior a salvo, pero de manera insana, como los establos de Augías.

Todos tenemos el reto de destruir esas barreras en forma de prejuicios, en forma de separatividad, en forma de exclusión, en forma de fobias, en forma de críticas, en forma de odio y venganzas.

Hemos de comenzar a cultivar nuestra capacidad de confianza, de inclusividad con otros grupos espirituales, con otras orientaciones espirituales, con otras tradiciones, con otras nacionalidades, con otras razas y países y con otros reinos.

Un reto hercúleo que podemos cumplir mediante el olvido de nosotros mismos, la inofensividad y la correcta palabra, partiendo siempre de aquello que nos une y dejando de lado aquello que, aparentemente, nos separa.

Y como todos los grandes retos, que suelen resolverse de manera progresiva, nosotros podemos ir poco a poco ensanchando esos espacios sin barreras, trascendiendo los límites de nuestros grupos de manera inclusiva y global, alcanzando espacios de unidad cada vez más abarcantes, aprovechando las oportunidades que Urano, como regente del primer decanato de Acuario, nos va procurando.

Se habla de la Ciencia del Corazón –o Agni Yoga- como un nuevo sendero que posibilita este transcurrir en la nueva era de Acuario, pues su práctica posibilita el advenimiento de los ríos de la Vida y del Amor. Viviendo en serena expectación, el foco de nuestra vida surge del corazón, sin ofrecer resistencia a las corrientes de energía que influyen sobre el hombre, siendo la clave del éxito del trabajo a medida que avanzamos hacia el Arquetipo de Amor señalado por la Divinidad para la gran familia humana.

 

El servicio

El discípulo, en la tarea de derribo de nuestros muros, no puede esperar reconocimiento alguno.

Es más, en muchas ocasiones será seguramente más difícil, pues como Hércules, tras el trabajo correcto al discípulo le esperará el rechazo, la injuria, la condena o el destierro.

Pero no nos desanimemos: todas estas circunstancias en los planos inferiores son claras evidencias que definen un mayor progreso espiritual, que permiten orientarnos hacia nuevos campos de servicio, adquirir más responsabilidad y alcanzar un mayor cumplimiento del Propósito.

Josep Gonzalbo

 

Referencias:

  • Alice Bailey (1974). Los trabajos de Hércules, una interpretación astrológica. Madrid. Editorial Luis Cárcamo.
  • Torkom Saraydarian (2005). Sinfonía del Zodíaco. Buenos Aires. Editorial Kier. ISBN: 950-17-0324-X
  • José Trigueirinho Netto (2006). Hora de crecer interiormente. El mito de Hércules, hoy. Buenos Aires. Editorial Kier. ISBN: 950-17-0157-3
  • Sri K. Parvathi Kumar (1999). Hércules. El Hombre y el Símbolo. Barcelona. Ediciones Dhanishtha. ISBN: 84-88011-40-7
  • Vicente Beltrán Anglada. Introducción al Agni Yoga. Editorial Luis Cárcamo. ISBN-13: 978-8485316687
  • Vicente Beltrán Anglada (1974-1987). Conferencias. Asociación VBA. asociacionvicentebeltrananglada.org

 

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